No hay en la ilustración fantástica, la animación, los videojuegos, el cómic, ni ningún campo del arte y la cultura populares, una representación del cíclope que no esté influenciada por la cara, las hechuras, la animalidad, o incluso las escamas o los cuernos de las que le dotó Ray Harryhausen.
Todos se hallan en relación con ese modelo para imitarlo o para compararse, para hallar en él referencias (que no describe la literatura clásica) o para buscar una representación sólida e innovadora de un ser mitológico inevitable en casi cualquier cultura. Dar forma fija a un mito, a una leyenda de milenios de antigüedad, y que esa forma al mismo tiempo no tenga nada de previsible o manido es algo que sólo podía hacer alguien genial, alguien dotado de unos poderes especiales: La fantasía, la creatividad y el arte.
Y como si solo se tratara del cíclope y no también del grifo, la hydra, la gorgona, autómatas, dinosaurios, y mil personajes más... ¡¡Descansa, maestro, tus criaturas están y estarán presentes en nuestros sueños y pesadillas!!