Os dejo con algunos apuntes que tomé del natural... Ya sabéis, pulsad para ampliar...
Aquí un esbozo del propio señor conde en persona. ¡Qué amable, qué hospitalario y qué acogedor! ¡Con gente así, da gusto! No sólo se mostró educadísimo en todo momento, sino que además se tomó la molestia de explicarme los orígenes históricos de la región como si los hubiera vivido él mismo, y de ilustrarme acerca de algunas supersticiones locales. ¿Pero cómo podía saber lo que a mí me apasiona la antropología? Eso sí, me dijo que no hiciera caso a las mismas habladurías folklóricas que me explicó. Vaya ocurrencia... ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo son estos ancianetes, verdad?
Y para quien pueda pensar que poco más puede entretenerse uno en compañía de alguien tan mayor, ya advierto que se pasaba las noches de cachondeo (me imagino que jugando al tute con los colegas en el casino del pueblo, poco más haría el hombre) levantándose luego a las tantas, con lo que no hemos llegado a aburrirnos el uno del otro. Aquí he intentado retratarle en uno de los trajes de fiesta que se ponía el muy truhán para salir. Lo mejor de todo es que así me dejaba el castillo para mí sólo. ¡Una pasada!
Deambulando por sus salas (curiosamente había bastantes con la llave echada, pero imaginé que no contendrían más que los típicos trastos, así que las ignoré) encontré multitud de tesoros y curiosidades, como el retrato que he intentado reproducir en mi cuaderno y que os muestro a continuación.
Investigué un poco y descubrí que era un tal Issachar Marx, conocido por traducir al polaco algunos clásicos franceses, y que murió en Estados Unidos. ¿Curioso, verdad? Lo que se aprende viajando...
En cualquier caso, no estaba tan solo. Pasó por allí una chica muy joven, sobrinita o algo así del señor conde, que me presentó como Loreia Mircalla. Al principio entendí "Lorea" y me figuré que era vasca, pero ya me aclaró ella misma que era austriaca, de Estiria. También tiene que ser bonito, a ver si consigo que me caiga otro viaje... Como véis también intenté esbozar su retrato, aunque puedo asegurar que debe ser casi imposible hacerle justicia a su belleza singular...
¿Simpático bichito, ja? El boceto de un murciélago que se me coló varias veces en el dormitorio. No tuvo mayor importancia, pero me pareció curiosa la persistencia del pobre animal, que por lo menos se comería los mosquitos.
Es curioso, pero desde mi vuelta no he podido evitar soñar, todas las noches, con mi estancia allí, y con que el murciélago aquel se sigue colando en mi cuarto mientras duermo. Cuando me levanto por las mañanas me siento tan cansado como si no hubiese dormido. ¿Tan necesitado estaba de vacaciones, para que me hayan impresionado tanto estas? No sé a qué atribuirlo...
¡¡Buenas noches!! ¡¡Que no lo paséis demasiado mal esta Noche de Difuntos!!